El G-20, autoproclamado como gobierno del mundo para salvar al sistema capitalista, carece de cualquier legitimidad ante la población, puesto que sus decisiones son antidemocráticas, ya que, esos 20 países ricos y poderosos, se autoerigen en salvadores de los cientos de países dependientes de sus economías, de sus políticas, de sus sistemas financieros, de su militarismo e imponen sus decisiones y reparten el dinero de forma colonial.
Las cumbres habidas hasta el momento, sólo contienen “discursos” vacíos ya que sigue el incremento de las desigualdades, la pobreza y la injusticia a niveles planetarios.
De los 17 billones de euros invertidos en la “refundación” del sistema financiero y en reflotar a las grandes multinacionales, sólo unos 24.000 millones de euros han llegado a los países “dependientes”, empobrecidos. La población mundial pobre ha superado los 1.000 millones, aumentando en más de 100 millones de personas desde el comienzo de la “crisis de la economía capitalista”. Las emisiones de CO2 se han incrementado, incumpliendo abiertamente el protocolo de Kyoto y profundizando en la carrera suicida de destrucción del planeta.
Las medidas adoptadas (estímulos fiscales, en el mayor movimiento planetario de intervención estatal con fondos públicos jamás conocido), sólo han servido para un sistema financiero privado, criminal, pero de su regulación y transparencia nada se sabe y nada se espera. Las cifras del paro son espectaculares : en EEUU, se ha alcanzado los 14,5 Millones de personas paradas, de las cuales la mitad, es decir 7,4 millones han perdido sus empleos en los dos años de gran recesión. La Unión Europea 27 se desangra en empleos, alcanzando una tasa media del 9,2% de paro, lo cual significa que cerca de 20 millones de personas carecen de rentas salariales. Y el empobrecimiento, llega a golpear a países como Argentina, donde el fantasma del hambre, se vuelve a materializar en el 24% de la población.
Esta crisis no solo nos empobrece materialmente, a la vez que ensancha el mapa del dolor y la desesperación, sino que, al ser una crisis sin capacidad de respuestas sociales, sin millones de desfavorecidos, ninguneados y explotados, diciendo BASTA, también nos empobrece y denigra como personas y como clase trabajadora, al no poder expresar nuestra oposición, nuestro rechazo a sus políticas, a sus decisiones, a sus modelos criminales.
Desde CGT insistimos a la sociedad y a las organizaciones alternativas transformadoras : son tiempos de movilización, de tomar la calle, de tomar las riendas de las actuaciones en nuestras propias manos, de no delegar en gobiernos, políticos e instituciones. Son tiempos de lucha por un mundo que merece una oportunidad de construirlo de otra manera.
Secretariado Permanente CGT
Fuente: Secretariado Permanente CGT