A menudo escucho decir que hace tiempo que la mujer está en igualdad de condiciones con los hombres. A menudo, ante una reunión de mujeres hay un gesto entre condescendiente y burlón de algún compañero que dice « para cuándo una reunión también de hombres ». A menudo, muchas chicas jóvenes me intentan convencer de que ellas no están discriminadas y de que esas son cosas de nuestra generación, pero que ellas pueden estudiar y alcanzar las mismas metas que sus compañeros.
Datos y cifras, siempre cabezonas, desmienten con facilidad estos argumentos : 19 mujeres muertas en dos meses a manos de sus compañeros, miles y miles de denuncias por malos tratos, 30% menos de salarios, pirámides invertidas en los escalafones laborales…
Este año, sin embargo, ya no sólo tenemos que combatir con la incomprensión de quienes piensan que la lucha de la mujer es algo del pasado ; no sólo hemos de lidiar ante la igualdad formal que enmascara desigualdades flagrantes. Porque este año se ha descarado con mayor fuerza una sociedad patriarcal y machista dispuesta a recuperar el espacio que con tanto esfuerzo habíamos conquistado.
Y en ello se ha empleado a fondo la derecha más rancia, confundiendo a la sociedad en temas tan sensibles para las mujeres como el aborto, confundiendo el derecho a decidir no tener un hijo cuando la situación lo requiera con el derecho a abortar por el mero placer de hacerlo.
Pero también se han descarado quienes hasta ahora nos han pretendido engañar con un barniz de progresismo que en muchas ocasiones consigue neutralizar con mayor eficacia nuestra lucha, y se han descarado convocando unas elecciones el 9 de marzo y, por tanto, convirtiendo en jornada de reflexión el 8 de marzo, el día internacional de la mujer trabajadora.
¿Se habrían atrevido a imponer que la manifestación del 1 de mayo se celebrase el 30 de abril ? Es más, ¿se habrían atrevido siquiera a convocar elecciones el 2 de mayo ? ¿No será, más bien, que los derechos, deseos e intereses de las mujeres han quedado, una vez más y de forma impune, en tercera fila ?
Y han seguido descubriendo su juego prohibiendo que en muchas ciudades, como Madrid, Mallorca o Valladolid, se pueda salir a la calle a manifestarse el 8 de marzo con argumentos como que se puede alterar el orden público, y apoyado por organizaciones de mujeres afines que alegan que « todos los días son 8 de marzo ». Pero esta decisión no aparece suelta, sino en un contexto donde nuestras reivindicaciones son loadas y utilizadas como ornamento electoral, instrumentalizadas, pero cuando las buenas palabras, las leyes decorativas pero con poco contenido y menor aplicación, han de traducirse en cambios cotidianos, ahí ya no se llega.
Por ello, este 8 de marzo no tenemos excusa para exigir un verdadero trato de igualdad con los hombres, vivimos en una sociedad machista y patriarcal, en un mundo hecho por y para los hombres, donde se les ofrece permanentemente un trato preferente, mientras se descuidan las situaciones que afectan a las mujeres.
Con políticas que favorezcan a la mujer no estamos reivindicando un trato ventajista o de favor, sino sencillamente eliminar los sesgos de género institucionalizados que hacen que los hombres sean más visibles en cada ámbito social, no sólo en el laboral o profesional, sino también en el sistema educativo, en el político, o en el económico.
No son meras normas que maquillen las estadísticas lo que necesitamos, sino los medios para que entre todos y todas podamos construir una sociedad en la que también tenga cabida la identidad femenina, y para ello este 8 de marzo, más que nunca, y porque nos quieren quitar nuestro espacio, debemos estar todas juntas ocupándolo en las calles de todas las ciudades. Reflexionemos sobre cuál es la sociedad que queremos construir entre hombres y mujeres en igualdad.
EMILIA MORENO | Secretaria de la Mujer de CGT-PV.
Fuente: EMILIA MORENO | Secretaria de la Mujer de CGT-PV.