En El hombre que detuvo a García Lorca (Aguilar), el hispanista irlandés dispone todas las pruebas reunidas a lo largo de sus años de estudio sobre la guerra civil española para argumentar la implicación directa de Ramón Ruiz Alonso, tipógrafo y político ultraderechista, en el arresto y la denuncia que motivarían el fusilamiento del poeta en agosto de 1936. El último libro de Ian Gibson, que se publicará el día 12, también insiste en el carácter homófobo del crimen.

En El hombre que detuvo a García Lorca (Aguilar), el hispanista irlandés dispone todas las pruebas reunidas a lo largo de sus años de estudio sobre la guerra civil española para argumentar la implicación directa de Ramón Ruiz Alonso, tipógrafo y político ultraderechista, en el arresto y la denuncia que motivarían el fusilamiento del poeta en agosto de 1936. El último libro de Ian Gibson, que se publicará el día 12, también insiste en el carácter homófobo del crimen.

«Era un maniqueo radical, para quien todos los socialistas eran diablos —afirma Gibson en una entrevista a Efe—. Fue un hombre violento, agresivo, que consideró a los rojos antiespañoles, puesto que solo él y los suyos eran los auténticos». El autor no ha podido contar con la versión de las hijas de Ruiz Alonso —entre ellas las actrices Emma Penella, fallecida recientemente, Terele Pávez y Elisa Montes—, pero no ahorra detalles sobre sus conversaciones con un político al que describe como «un fascista católico» interesado en exponer siempre su virilidad.

En 1967, Ruiz Alonso ya confesó al propio Gibson haber participado en el arresto de Federico García Lorca «obedeciendo órdenes del gobernador civil». Pero la gran cuestión radica en la denuncia que motivó su detención y con la que Ruiz Alonso negó siempre «tajantemente» tener algo que ver. Sin embargo, en el libro queda probado que su implicación fue importante.

El interés de Ruiz Alonso en acabar con la vida de Lorca radicaba no solo en las envidias que despertaba por su fama y su genio, sino por su pública condición de rojo y homosexual. Gibson comenta incluso que se ordenó «dar café, mucho café» al poeta y que había quienes se jactaron de haberle «metido dos balas en el culo, por maricón».

FIN A AÑOS DE ESTUDIO

Cuando el ensayista le comentó a Ruiz Alonso que en Francia se rumoreaba que la muerte de Lorca fue la consecuencia de una riña entre homosexuales entre los que estaba él, este le comentó con ira que le mandaran a las hijas y mujeres de quienes decían eso para demostrar su hombría.
El régimen de Franco atribuyó la muerte de García Lorca a un «revuelo callejero», pero Gibson considera que los responsables llegaron a consultar telefónicamente al general Gonzalo Queipo de Llano con el fin de «cubrirse las espaldas». El hombre que detuvo a García Lorca pondrá fin a los largos años de estudio de Ian Gibson sobre las circunstancias que rodearon la muerte de Lorca.


Fuente: EL PERIÓDICO / GRANADA