Tras una vida de malos tratos y respaldada por sus cinco hijos, Carmen S. E. decidió el pasado martes dar el paso que llevaba esquivando muchos años. Aquel día acudió al Centro de Información a la Mujer de Osuna para entregar toda la documentación pertinente e iniciar formalmente el proceso de separación de su marido. A sus 54 años quería terminar con un pasado de malos tratos y comenzar una nueva vida, pero no pudo ser. El pasado no se lo permitió. Ni a ella ni a su hija, embarazada de cuatro meses.
Fuentes del Instituto Andaluz de la Mujer confirmaron ayer que Carmen, asesinada por su marido la noche del sábado junto a su hija mayor, Carmen L.S., de 33 años, había acudido a mediados de agosto a la Administración andaluza para informarse sobre los trámites de separación. Tras diversos encuentros, el pasado martes entregó toda la documentación y firmó la demanda.
El triste desenlace de este matrimonio comenzó el pasado mes de julio, cuando Francisco L. M. agredió a su esposa y ésta consideró que ya había aguantado bastante. Tras denunciar los hechos en la Jefatura de la Policía Local y tener lugar un juicio rápido, el juez dictó el pasado día 12 una orden de alejamiento del marido respecto a su mujer y su hija mayor, dado que había amenazado reiteradamente a ambas.
El matrimonio había llegado a su fin, y Carmen decidió que, tras algunas separaciones esporádicas, quería romper definitivamente con el padre de sus hijos. Tras pedir asesoramiento en el Centro de Información a la Mujer, el martes firmó la demanda de separación. El Centro le ofreció ayuda psicológica y le sugirió la posibilidad de trasladarse a una casa de acogida, opción que Carmen declinó alegando que podía instalarse en casa de su hija.
Diversos vecinos dijeron ayer que probablemente la noticia de la separación terminó de volver loco a Francisco L. M., al que describen como una persona celosa y violenta y con problemas de alcoholismo. Tras la orden de alejamiento del juez, la Policía Local había requisado a Francisco sus dos escopetas de caza, al considerar que podía llegar a hacer uso de ellas. No en vano, uno de los hijos de la pareja aseguró ayer que su padre llevaba días diciendo que iba a matar a su madre « como a los conejos ».
Varios vecinos aseguraban ayer que Francisco L. M. había estado merodeando el domicilio de su hija durante los últimos días, aunque fuentes de la Guardia Civil aseguraron ayer a ABC que una pareja del Cuerpo acudía a diario a la vivienda y no constaba ningún quebranto de la orden de alejamiento. En cualquier caso, la noche del sábado Francisco se hizo con una escopeta de cañones recortados -su procedencia es uno de los enigmas del caso- y se dirigió a la casa de su hija, donde se había instalado su esposa.
Entró gritando y con el arma oculta. Al verlo, su yerno optó por coger a su hijo de un año y salir a dar un paseo con el coche. Pensaba que la casa iba a ser escenario de una de tantas peleas familiares y quiso evitar la tensión al niño. El vecindario coincide en que si no llegan a salir, el padre y el pequeño habrían muerto también, ya que Francisco tampoco tenía buena relación con su yerno. Cuando regresó de dar una vuelta con el coche descubrió un horror que no pudo imaginar jamás. Su suegra, Carmen, estaba muerta ; su mujer, embarazada, también.
Según la reconstrucción de los hechos, Francisco había huido de la vivienda tras efectuar cuatro disparos contra su mujer y su hija. Se había refugiado en su casa, donde esperaba suicidarse antes de que fuesen a buscarle. Cuando llegaron los agentes se disparó a la cara para suicidarse, pero no lo logró. Ayer seguía ingresado en el « Virgen del Rocío » de Sevilla en estado grave, aunque los médicos no temían por su vida salvo complicaciones.
Mientras, en Osuna, dos mil personas consternadas despedían ayer a Carmen y a su hija en la Parroquia de Consolación, antes de ser enterradas. El Ayuntamiento ha decretado tres días de luto. Hoy, la Corporación celebrará un pleno extraordinario.
Fuente: ABC