CANNES.- El director Manuel Huerga estrenó ayer en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes la película Salvador, que rememora la vida y la ejecución a garrote vil, el 2 de marzo de 1974, del joven anarquista español Salvador Puig Antich.
Un filme que habla de la España de hace 32 años, pero también de la actual y que el productor Jaume Roures deseaba ver en las salas de cine desde hacía tiempo, sin encontrar « el equipo soñado ».
Junto al actor hispano-alemán Daniel Brühl, Tristán Ulloa, Leonardo Sbaraglia, Leonor Watling, Ingrid Rubio y Celso Bugallo dan vida al entorno del militante del Movimiento Ibérico de Liberación y a los intentos desesperados de su familia, amigos y abogados por evitar su muerte.
La película « encantó » al director artístico del Festival de Cannes, Thierry Frémaux, que quiso que estuviera en la selección oficial, aunque no en competición por la Palma de Oro, donde este año -algo más bien raro en las últimas décadas- hay ya un filme español en liza, Volver, de Pedro Almodóvar.
Manuel Huerga se sorprendía estos días de su suerte, pues « ni loco ni harto de vino me imaginaba optando a unos premios » aquí con esta película, aseguró a la prensa. Ahora « se me secaron las lágrimas porque la habré visto ya 400 veces y es imposible llorar 400 veces », dijo del filme Huerga, quien atravesó con su equipo un momento particularmente doloroso cuando « ensayaron la ejecución », montó un « teatrito » y puso la música de Lluís Llach que acompañaba la escena.
« Ahí lloramos todos, desde los actores a los técnicos. Ese ensayo era de ocho minutos, pero fueron horribles », dijo, convencido de que « lo importante es la contención » y de que « no son los actores los que han de llorar, sino los espectadores ».
De su intervención en el filme, recordó que Roures « buscaba a alguien que hiciese realidad su sueño, porque esto es una película de productor, y de productor muy creativo ». « Fue un asesinato legal, se hizo con toda la legalidad de su momento. Decidieron que lo mataban y lo mataron, sin esperar un juicio justo ni esas cosas que normalmente en una democracia se suelen hacer », dijo.
Los partidos políticos
En esa época, agregó, « llegaban indultos, pero porque se movilizaban partidos políticos para salvar a alguno de los suyos », pero a Salvador « no lo reivindicaba nadie y como, además, ETA mató a Carrero Blanco, pues tenían al chivo expiatorio perfecto ». Luego, « cuando vieron que de verdad se lo iban a cargar ya era tarde para reaccionar », comentó.
Por su parte, Brühl subrayó el hecho de que las hermanas de Puig Antich « me dieron ánimos y fueron muy generosas conmigo, a pesar de que tuvo que ser durísimo para ellas ». Al principio se mostró reacio a intervenir en la película : « Dije que no, que era demasiado difícil por tratarse de la primera película que iba a hacer en España, pero Manuel [Huerga] me convenció, y también mis padres », aseguró.
« Sabía que el reto era acercarme lo mas posible a la figura de Salvador Puig Antich, pero sin perder la libertad de interpretarlo según mi criterio », explicó Brühl, hijo de padre alemán y madre española, nacido en Barcelona pero criado en la ciudad alemana de Colonia y en la actualidad residente habitual en Berlín.
« Ensayamos muchísimo, nunca he ensayado tanto antes de rodar una película », dijo. « Durante los ensayos con Tristán Ulloa acabábamos los dos llorando. Nos decíamos que esto iba a ser un problema porque permanentemente estás pensando que fue algo real », confesó Brühl.
Fuente: MARIA LUISA GASPAR. Efe / EL MUNDO