NOAM Chomsky
Profesor de Lingüística del Instituto Tecnológico de Massachussets
Mientras los supervivientes del huracán Katrina tratan de rehacer sus vidas, está cada vez más claro que otra tormenta, ésta de errores políticos, precedió a la tragedia. Los fallos del Gobierno a nivel local, además de la guerra de Irak, se unieron al huracán. Y se demostró la necesidad de un profundo cambio social, sin el cual corremos peligro de sufrir peores desastres en el futuro.
NOAM Chomsky
Profesor de Lingüística del Instituto Tecnológico de Massachussets
Mientras los supervivientes del huracán Katrina tratan de rehacer sus vidas, está cada vez más claro que otra tormenta, ésta de errores políticos, precedió a la tragedia. Los fallos del Gobierno a nivel local, además de la guerra de Irak, se unieron al huracán. Y se demostró la necesidad de un profundo cambio social, sin el cual corremos peligro de sufrir peores desastres en el futuro.
En un informe anterior al 11 de septiembre, la FEMA, la agencia federal encargada del gestionar las emergencias, incluyó un huracán de mucha intensidad en Nueva Orleans como una de las tres catástrofes con más probabilidades de afectar a Estados Unidos. Las otras eran un ataque terrorista en Nueva York y un terremoto en San Francisco.
Nueva Orleans se había convertido en una prioridad en la FEMA desde enero, cuando su director Michael Brown, ahora dimitido, retornó de un viaje al Asia, donde observó la devastación causada por el gigantesco tsunami de finales de diciembre del año pasado. «Hablábamos de Nueva Orleans como del desastre número uno. Estábamos obsesionados por el riesgo en esta ciudad», ha afirmado a The New York Times Eric L. Tolbert, un exfuncionario de la FEMA. Un año antes del impacto del Katrina, la FEMA ya había realizado un ejercicio de simulación de qué sucedería si un huracán llegaba a Nueva Orleans, pero los planes que elaboró no fueron aplicados.
La guerra tuvo un papel en este fracaso. Los soldados de la Guardia Nacional de Luisiana enviados a Irak «se llevaron consigo una gran parte del equipo necesario, incluyendo docenas de vehículos para zonas inundadas, tanques de combustible y generadores que se habrían necesitado si un importante desastre natural afectara al estado. … Un alto mando militar —informó The Wall Street Journal— dijo que hubo resistencias a asignar labores de rescate a la Cuarta Brigada de la 10ª División de Montaña, porque la unidad, integrada por varios miles de soldados, estaba en medio de preparativos para ser enviada a Afganistán».
LAS MANIOBRAS burocráticas también contribuyeron a hacer más dificil la ayuda en un desastre natural. Exfuncionarios de la FEMA explicaron a The Chicago Tribune que la agencia fue «marginada» por el presidente cuando quedó incorporada al Departamento de Seguridad Interior, con menos recursos, más carga burocrática y una fuga de cerebros a medida de que los desmoralizados empleados renunciaban y se recurría a personas patrocinadas políticamente y sin ninguna cualificación. Habiendo sido en tiempos «una agencia federal de primera fila», la FEMA ahora «ni siquiera está en el asiento trasero», ha declarado al Financial Times Eric Holdeman, hoy director de Emergencias del condado de King. «En realidad, está en el maletero del Departamento de Seguridad Interior».
Los recortes de fondos de Bush en el 2004 obligaron al Cuerpo de Ingenieros del Ejército a reducir radicalmente sus trabajos de control de inundaciones. Incluyendo el necesario refuerzo de los diques que protegían a Nueva Orleans. Los presupuestos para el 2005 incluyeron otra reducción. Estos errores de calendario parecen una especialidad de la Administración de Bush. Como, por ejemplo, la propuesta de un brusco recorte en seguridad para el transporte público inmediatamente antes de los atentados en Londres de julio del 2005.
El descuido en la atención al medio ambiente ha sido otro factor en esta tormenta perfecta. Las áreas pantanosas ayudan a reducir el poder de los huracanes pero Sandra Postel, una experta en gestión hidráulica, ha escrito en el Christian Science Monitor que estos humedales ya habían desaparecido cuando llegó el Katrina.
El coste humano del Katrina es incalculable, especialmente entre los ciudadanos más pobres de la región, con una tasa de pobreza del 28%, más del doble que la media nacional. Durante el gobierno de Bush la tasa de pobreza en EEUU ha crecido, y la limitada protección de la red de seguridad social se ha debilitado aún más.
Los efectos del Katrina han sido tan sorprendentes que incluso los medios de comunicación de derechas se han sentido horrorizados por la escala de una devastación basada en la clase y en la raza. Mientras los medios mostraban vívidas escenas de miseria humana, en las páginas interiores informaban de que los líderes republicanos no perdieron el tiempo para «usar las medidas de ayuda a fin de lograr un amplio abanico de políticas económicas y sociales conservadoras», según informó The Wall Street Journal.
Estas medidas incluyen la suspensión de las reglas que requieren que los contratistas federales paguen el sueldo establecido por convenio o la entrega de cheques escolares a los escolares desplazados, otro golpe solapado para el sistema de la escuela pública. También se suspendieron las restricciones ambientales, se decidió no aplicar el impuesto de sucesiones en los estados afectados por la tormenta —una gran ayuda para la población que huyó de los tugurios de Nueva Orleans— y, en general, quedó bien sentado una vez más que el cinismo no conoce límites.
OLVIDADA bajo las aguas se ha quedado la preocupación por las necesidades de la ciudad y por los servicios humanitarios. La prioridad es nuevamente aumentar la dominación global y la concentración local de riqueza y poder.
Las imágenes del sufrimiento en Irak, y del periodo subsiguiente al huracán Katrina, describen con mucha claridad cuáles son las consecuencias.
© Noam Chomsky. Distribuido por The New York Times Syndicate.
Fuente: NOAM Chomsky