Hoy miércoles no he abierto El País por la página de televisión. Sabía que Eduardo Haro no escribía. Lo he hojeado desde el principio, portada, sociedad, cultura…nada. Imposible saber por su periódico cuál era su estado clínico, irrecuperable según la breve nota publicada el día anterior.
Nada, ni una palabra sobre Haro en la edición de Madrid. Tampoco en la digital. A Haro se le estaba tragando la tierra…literalmente Hasta que a media mañana conocimos que había fallecido. Entonces he puesto el informativo de las 14.30 de la SER, y allí sí, como colofón del sumario, antes de tiempo, han citado su muerte de madrugada. Luego, tal que fuera de formato, a eso de las 15.05 la información se ampliaba. Pero eso ha sido tras los deportes y el comentario de bolsa. La desaparición de Haro no es un hecho irreparable como su escénico mutis en El País. Se trata de un suceso histórico porque el veterano y disidente periodista representaba el único referente republicano, laico, confederal, rojo y libertario de entidad que existía en la opinión publicada. El resto es consenso.
Fuente: Rafael Cid