Bernardo Valdés Pazos, un profesor universitario de 34 años, fue condenado por el titular del Juzgado Penal número 2 de Lugo a pagar 360 euros de multa y 400 de indemnización por propinar un golpe en el tobillo a un escolta de Mariano Rajoy. Los hechos se produjeron el 8 de febrero de 2003, en plena crisis del Prestige, durante una protesta convocada por Nunca Máis por la visita del entonces vicepresidente del Gobierno a la capital lucense.
En la sentencia inicial, dictada el 18 de junio de 2004, el magistrado Eladio Prieto declaró como probado que Bernardo Valdés le dio una patada al jefe del dispositivo policial que protegía al ministro. El hecho fue calificado como un delito de atentado, por el que Valdés fue condenado a un año de prisión y de inhabilitación de sufragio pasivo, una multa de 360 euros y a pagar una indemnización de 400 euros al agredido. El fallo establecía también que no constaba que el manifestante hubiese golpeado a otro agente que también le había acusado de agresión.
La condena fue fuertemente criticada por diversos colectivos, que la consideraban desproporcionada y que criticaban que hubiese sido dictada apoyándose únicamente en la versión del agente y en contra de la declaración de varios testigos que afirmaban que Valdés ni siquiera estaba cerca de Rajoy, que cuando se produjeron los hechos había salido por otra puerta del edificio donde se celebraba el acto. El juez había considerado que era «compatible que ellos no la presenciasen con que hubiese ocurrido».
Rebaja de condena
La semana pasada, la Audiencia Provincial de Lugo estimó en parte el recurso presentado por Bernardo Valdés y retiró la pena de cárcel, por considerar que se trató de «una violencia menor» y rebajó la calificación a una «simple falta». La sentencia de la Sección Segunda del tribunal provincial reprocha al juez de instancia que no hubiese concretado si la lesión «obedeció a una actuación aislada e independizada del acusado con respecto al agente, o bien formando parte de la actuación de los manifestantes que pretendían acudir al lugar por el que salía el vicepresidente». También señalaba que la «inconcreción del hecho probado, como las dudas, debería actuar a favor del acusado».
En todo caso, los hechos contradicen las declaraciones de Rajoy de la semana pasada sobre la agresión a Bono en la manifestación de las víctimas del terrorismo. El líder del PP declaró entonces a la Cope : «Yo también sufrí incidentes, y mucho mayores, a lo largo del último año y medio con el Prestige. Me solidarizo con el señor Bono porque nadie se solidarizó conmigo cuando me pasaron estas cosas y nadie condenó, no voy a devolver al PSOE su silencio. No estoy de acuerdo con eso, pero siento que no se mida a todos con el mismo rasero». Pues aún no se sabe qué les ocurrirá a los supuestos agresores de Bono, pero el de Rajoy tendrá que pagar su multa por las lesiones provocadas al escolta.
XOSÉ MANUEL PEREIRO – A Coruña
EL PAÍS