Irak no tenía armas de destrucción masiva ni planes para fabricarlas y suponía una "amenaza decreciente" cuando Estados Unidos decidió invadir el país en 2003, según un informe presentado esta noche ante el Senado estadounidense, a menos de cuatro semanas de las elecciones presidenciales. Se trata del informe final de Charles Duelfer, jefe del grupo estadounidense de inspectores en Irak, que a lo largo de sus mil páginas debilita aún los argumentos que esgrimió Washington para ir a la guerra. Durante su comparecencia, Duelfer ha asegurado que Irak renunció a las armas de destrucción masiva en 1991 y que no contaba con un programa de armas químicas, biológicas y nucleares en el momento de la invasión.


Irak no tenía armas de destrucción masiva ni planes para fabricarlas y suponía una «amenaza decreciente» cuando Estados Unidos decidió invadir el país en 2003, según un informe presentado esta noche ante el Senado estadounidense, a menos de cuatro semanas de las elecciones presidenciales. Se trata del informe final de Charles Duelfer, jefe del grupo estadounidense de inspectores en Irak, que a lo largo de sus mil páginas debilita aún los argumentos que esgrimió Washington para ir a la guerra. Durante su comparecencia, Duelfer ha asegurado que Irak renunció a las armas de destrucción masiva en 1991 y que no contaba con un programa de armas químicas, biológicas y nucleares en el momento de la invasión.

Fuentes oficiales han indicado al rotativo que Sadam se vio frustrado porque no pudo esquivar las sanciones de la ONU que le impedían adquirir los materiales necesarios. El informe detalla además los esfuerzos de Sadam por dificultar la labor de los inspectores y de preservar la capacidad de amasar un arsenal de destrucción masiva. Estas fuentes anónimas han indicado al diario que, según Duelfer, el programa armamentístico de Husein estaba mucho más debilitado en 2003, cuando comenzó la invasión de EE UU, que en 1998, cuando los inspectores de armas abandonaron ese país. Esos expertos internacionales «aún no han encontrado nada», ha señalado una fuente al Post.

El informe incluye declaraciones atribuidas a Husein tras su captura en diciembre de 2003, en las que afirma que la posesión del arsenal de armas, en la década de 1980, fue «una de las razones por las que consiguió sobrevivir tanto tiempo». Según esas explicaciones, esas armas ayudaron a Irak a detener las ofensivas de Irán durante la guerra entre ambos países y también detuvieron el avance sobre Bagdad de las tropas de la coalición internacional en la primera guerra del Golfo. EE UU invadió Irak con el argumento de que poseía armas de destrucción masiva. Al no encontrarlas, Washington arguye ahora que «el mundo está mejor sin Husein en el poder» y que Irak está camino de la democratización. La oposición demócrata siempre ha dicho que la guerra desvió la atención y los recursos para combatir el terrorismo y que «tener intenciones» no equivale a «la creciente amenaza» que describía el Gobierno.

La respuesta de Bush

Duelfer, que en enero sustituyó a David Kay, ha llegado a conclusiones similares a las de su antecesor sobre la inexistencia de armamento ilegal. Pero la Casa Blanca ha dado una lectura muy distinta al informe porque considera que sí demuestra que Husein suponía una amenaza para la seguridad de EE UU. Según su portavoz, Scott McClellan, el informe demuestra que Husein «tenía la intención y la capacidad» de desarrollar armas de destrucción masiva. Para añadir leña al fuego, un nuevo informe de la CIA, que fue difundido anoche por la ABC, pone en duda la existencia de lazos entre Sadam y el jordano Abú Musab al Zarqaui, considerado como el hombre de Al Qaeda en Irak.

El presidente, George W. Bush, presentó dichos vínculos como otra de las razones que justificaban la guerra ya que implicaban al país en actividades terroristas. El documento, basado en informaciones recientes y antiguos, subraya que no existe ninguna evidencia que permita afirmar que Husein diera asilo al jordano. Ante esta avalancha de pruebas en contra, Bush ha variado su agenda y ha aplazado su intervención sobre gasto sanitario, prevista para esta tarde en Wilkes-Barre (Pensilvania), para volver a hablar de Irak. En lugar de admitir el informe, Bush ha reafirmado que el ex dirigente iraquí representaba un peligro porque podía proporcionar armas de destrucción masiva e informaciones para fabricarlas a los terroristas.

«Había un riesgo, un riesgo real, de que Sadam Husein entregara armas de destrucción masiva, elementos [para fabricarlas] o información a redes terroristas. En el mundo creado tras los atentados del 11 de septiembre es un riesgo que no podíamos permitirnos», ha subrayado Bush. Según ha señalado Bush, tras los atentados en Washington y Nueva York y ante el riesgo de que los terroristas usaran armas de destrucción masiva para perpetrar nuevos atentados, «un régimen se destacaba por encima de todos : el de Sadam Husein». El Gobierno de Sadam, según el presidente Bush, contaba con un largo historial de posesión y uso de estas armas, de odio a EE UU y estaba incluido en la lista de naciones patrocinadoras del terrorismo internacional.