Por segunda vez en menos de un mes, los libaneses realizaron una «huelga de teléfonos móviles apagados» para protestar por el alto coste de las tarifas, una de las más caras del mundo.
La protesta, promovida por la prensa nacional, se prolongó 24 horas y se calcula que fue secundada por más de 800.000 usuarios en este país de unos cuatro millones de habitantes.
«No comprendemos las razones que empujan al Gobierno a ignorar las demandas de los libaneses que piden el abaratamiento de los precios», denuncia Fuad Harake, el representante de la prensa en esta movilización que también apoyan algunos ministros, diversos colectivos profesiones liberales, y la asociación de consumidores.
Los usuarios de teléfonos móviles pagan en el Líbano 127 dólares por 500 minutos de llamadas, frente a los 47 dólares que, por ejemplo, abonan en Chipre por el mismo tiempo.
La primera huelga tuvo lugar el 15 de julio, y fue secundada por entre el 30 y el 50 por ciento de los usuarios, que encendieron de nuevo sus móviles pese a que las promesas de reducir el coste de las llamadas quedaron en el aire.
Durante once años, solo dos empresas de comunicación ligadas a la clase dirigente, se repartieron el monopolio en los contratos de telefonía móvil, pero el pasado 1 de julio el Estado libanés concedió a otras dos compañías, una alemana-saudí y otra kuwaití, sendas licencias para administrar redes.
Expertos auguran que, de confirmarse las previsiones de los huelguistas, la movilización podría hacer perder al Estado libanés unos 2,3 millones de dólares.