La sátira y la farsa han sido las armas de Dario Fo para vituperar a los poderes y rehabilitar la digindad de los oprimidos. A sus 78 años, el premio Nobel de Literatura sigue luchando con la pasión y rebeldía de un joven cómico que con su teatro quiere abrir las conciencias y cambiar el mundo.
«Con el conocimiento se reta al poder», proclama con ardor en Módena, ciudad italiana en la que esta noche estrena su última obra, El templo de los hombres libres. Su entrega, riesgo e innovación como autor, actor y director teatral han sido los motivos que han llevado al Festival de Teatro Clásico de Mérida a concederle el premio Scaena en el 50º aniversario del certamen, donde Fo interpretará el día 28 su monólogo Rosa fresca aulentissima.
LOURDES MORGADES (ENVIADA ESPECIAL) – Módena
EL PAÍS | Cultura
Dario Fo (San Giano, 1926), la máxima autoridad de la sátira en el teatro italiano, terror del poder político, social y eclesiástico, vive un apasionado romance con el duomo de Módena (Italia). ¡No ! Que ninguno de sus muchos detractores se confunda. El premio Nobel de Literatura en 1997, cómico irreverente, declarado ateo e iconoclasta de mérito, no ha visto la luz de la Iglesia católica y a sus 78 vitales años se ha convertido. La luz que ha visto es la de un monumento Patrimonio de la Humanidad, extremadamente umbrío en su interior, y que ha redescubierto gracias a los tres volúmenes dedicados a la románica catedral modenense (1099-1117) de la colección de atlas Maravillas de Italia, de la editorial Franco Cosimo Panini, propiedad de uno de los hermanos que en 1961 crearon las muldialmente célebres colecciones de cromos Panini. Fo, que estudió arquitectura y que creía conocer bien el templo, confiesa ahora que nunca había visto cómo era realmente. Y en un arrebato de su proverbial pasión por la vida y el teatro ha creado en sólo tres meses el espectáculo El templo de los hombres libres, un monólogo en el que cuenta la historia del duomo -«catedral construida por la voluntad del pueblo y no por la de la Iglesia o el rey. Comunismo total avant la lettre», proclama enfático-, que esta noche se estrena en la plaza Grande, frente a una de sus fachadas.
El templo de los hombres libres se ha convertido también en un libro, el texto del monólogo ilustrado con fotografías de los detalles de los capiteles y bajorrelieves de la catedral y con dibujos del propio Fo, que esta noche, con motivo del estreno, empezará a venderse en Módena y que a partir de mañana se distribuirá en las librerías de la región Emilia Romagna. En septiembre, coincidiendo con el pase televisivo de la grabación del espectáculo que esta semana ha iniciado la RAI 3, se distribuirá en toda Italia. Es El templo de los hombres libres, en definitiva, un episodio más del monólogo más importante de la abultada producción teatral -más de ochenta títulos- de Fo, el Misterio bufo, cuyo primer episodio, Rosa fresca aulentissima (Fresca rosa olorosísima, 1969), un debate medieval en prosa, el premio Nobel interpretará el próximo 28 julio en el teatro romano de Mérida después de recibir el galardón Scaena que el Festival de Mérida ha creado para conmemorar su 50º aniversario.
Pregunta. ¿Qué hace un ateo como usted en una iglesia ?
Respuesta. Soy un gran admirador de la religiosidad del pueblo, la que toma el Evangelio para tener la libertad. Además, un ateo debe estar siempre atento a la filosofía de la vida.
P. ¿Ha hallado en el duomo de Módena la filosofía de la vida ?
R. El duomo es un monumento que como ningún otro está lleno de referencias teatrales, a las fábulas, a la historia, al bestiario. A todo lo referente al conocimiento, a los temas realmente importantes de la filosofía ; unos valores filosóficos que son de una modernidad y actualidad increíbles. Basta leer uno de los relieves, el de la creación de Adán y Eva, que sugiere que en su cambio de situación no cuenta tanto el hecho de ser eterno como el razonar, de pensar. Vayamos a la Biblia : «Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo : ’De todo árbol del huerto podrás comer ; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás ; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás». Adán sabe que paga con la vida su posibilidad de acceder al conocimiento. ¡Esta idea es mucho más revolucionaria que el Cogito, ergo sum ! [Pienso, luego existo (Descartes)]. Y es a la vez un discurso plenamente actual : el hombre debe tener conciencia, conocimiento, responsabilidad, sexualidad, vida. Porque es con el conocimiento como se puede retar, desafiar, al poder, sea cual sea éste.
P. Y usted se lo recuerda a la gente.
R. ¡Sí ! Dile a la gente que sea consciente de esto, ¡no lo saben, lo han olvidado ! El miedo nace de la ignorancia y el conocimiento, en cambio, anula el miedo, el terror e incluso la locura. Todo esto está explicado en esta iglesia. Los capiteles y bajorrelieves que lo explican fueron censurados y trasladados al exterior de la catedral cuando el pueblo modenense perdió la libertad que tenía mientras el rey y el Papa batallaban entre ellos.
P. ¿Y cree que el público, tras la representación, se llevará el mensaje a casa ?
R. ¡Siiiiií ! Hay una cosa que me sigue maravillando por mucho que pasen los años. Empecé en el mundo del teatro muy joven y a los 24 años ya tenía una compañía de cómicos con la que hacíamos un teatro de provocación, satírico, contra los lugares comunes y la banalidad. El público que entonces venía a las representaciones era de mi edad, pasaron los años y vinieron al teatro los hijos de aquellos jóvenes, años después, los nietos. ¡Y ahora ya empiezan a venir los hijos de los nietos ! Y me cuentan que quien les habló por primera vez de teatro fue su abuelo. Las generaciones se han ido pasando el mensaje.
P. Pero este público joven del que habla es diferente. ¿Existe ahora un público como el que propició el Mayo del 68 ?
R. ¡Atención ! Este público joven que viene a mis espectáculos es el que se manifiesta por la paz, el que en el teatro intuye rápidamente la ironía. Es el público que se expone delante de la policía en las manifestaciones y al que en algunos casos han pegado y torturado. Sucedió en Venecia, en Génova. Todos los que se exponen son la vanguardia cultural de la Italia actual. Y sucede que, a diferencia del pasado, ellos, los más jóvenes, son los que llevan a sus padres al teatro. Claro que también están los que van para sufrir, los que se encabronan y escriben cartas a los diarios y me las envían a mí tratando de conducirme hacia el buen camino.
P. Y usted, ¿no pica ?
R. ¡Ja, ja, ja, jaaaaa ! Mire, cuando el grado de sátira de mis espectáculos les derriba sus creencias, les pongo en un apuro, porque dudan. Entonces se van, porque únicamente quieren tranquilidad.
P. Pero de algo le habrá servido ser un Premio Nobel para que este público que le rechaza considere, al menos, que merece respeto.
R. Pienso que el premio les ha enfurecido más. Primero me decían : «Hace reír, es un buen cómico, aunque me ponga en un aprieto». Ahora es peor, me reprochan que haya abierto la puerta para que los cómicos entren en el mundo de los sabios. Mire, en diciembre recibiré el doctorado honoris causa de la Universidad de la Sorbona de París. Tengo doctorados de universidades de Estados Unidos, Alemania, de todos los países nórdicos y de las dos más importantes de Gran Bretaña, Oxford y Cambridge. ¿Sabe cuántos honoris causa tengo de universidades italianas ? ¡Ninguno ! Todos los grandes profesores de Italia soñaban con obtener un galardón importante como el Nobel, pero me lo dieron a mí y eso les fastidia, porque consideran que al dárselo a un hombre de teatro les han rebajado la categoría. Por esto se oponen sistemáticamente a que una universidad italiana me invista honoris causa.
P. ¿Envidia ?
R. Intolerancia. Le cuento. El monólogo que interpretaré en Mérida, Rosa fresca aulentissima, es del juglar medieval Cielo d’Alcamo. El romanticismo intentó hacerlo pasar por un autor que formaba parte de la corte de Federico II de Sicilia, pero verdaderamente fue un juglar por el que el rey dictó una ley en contra suya diciendo algo así como «a un juglar que vulnera las normas se le puede apalear y matar sin que nadie tema ser llevado a juicio, porque no forma parte de los seres humanos». ¿No le recuerda a algo este argumento ? ¡Es lo mismo que pasa actualmente ! En Italia, Berlusconi ha despedido de todas las televisiones, incluida la RAI, con el gentil aplauso de los grupos políticos que le apoyan, a todos los cómicos que utilizaban la sátira y la ironía contra él.
P. Pero Berlusconi no ha podido con usted.
R. Lo ha intentado. Lo hizo en el estreno en Roma, en diciembre de 2003, de mi último espectáculo, una sátira sobre Il Cavaliere titulada El anómalo bicéfalo, y en enero de este año volvió de nuevo en el Piccolo Teatro de Milán, adonde envió a sus esbirros para que, como perros, acabaran con la presa e impidieran que mi esposa, Franca, y yo pudiéramos actuar. Sergio Escobar, el director, reveló las presiones recibidas. Entendió que le convenía hacerlo porque sabía que si cancelaba el espectáculo el público le iba a quemar vivo. Fue la presión del público, la fuerza popular, la que posibilitó que el espectáculo se hiciera. El discurso cultural en Italia es peligrosísimo. Se enseña a creer que lo falso es justo. Vivimos un momento de hipocresía de una ferocidad increíble.
P. ¿Es para usted un panorama desolador ?
R. Las cosas mejoran. Y España lo ha demostrado. El pueblo español descubrió el engaño y le cortó la lengua al mentiroso.