El Informe sobre Desarrollo Humano 2004, que cada año elabora el Fondo de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y que se ha divulgado hoy en Bruselas, revela que entre 1980 y 2000, la cantidad de emigrantes asiáticos, africanos y suramericanos que llegó a la Unión Europea (UE) aumentó en un 75%. Sin embargo, los autores del informe estiman que el envejecimiento poblacional en algunos países ricos y la disminución del tamaño de las familias obligará a Europa a duplicar la entrada de inmigrantes de aquí al año 2050. En este sentido, el PNUD advierte de que las oleadas de inmigrantes son un desafío para los países receptores, que deben evitar la marginación de esos grupos y adoptar políticas multiculturalistas.
Según el estudio, titulado La libertad cultural en el mundo diverso de hoy, América del Norte registró un flujo de inmigrantes aún mayor que la UE, de manera que la cantidad total de residentes de Estados Unidos nacidos en otros países subió en un 145% en el mismo período, en que pasó de 14 millones de personas a 35 millones.
Canadá es otro ejemplo de Estado con un alto porcentaje de personas nacidas en el extranjero, y en ciudades como Toronto constituyen alrededor del 44% de la población. En Los Ángeles, la mitad de la población es foránea y también lo es un cuarto de la población londinense.
Además, los autores del informe señalan que el fenómeno de la inmigración no es exclusivo de países ricos ya que también se produce en economías en crecimiento, como los estados del Golfo Pérsico, donde los trabajadores inmigrantes representan la tercera parte o más de los residentes. Los diez países con mayor proporción de inmigrantes en relación a su población son Emiratos Arabes Unidos, Kuwait, Jordania, Israel, Singapur, Omán, Suiza, Australia, Arabia Saudí y Nueva Zelanda.
RESPUESTA MULTICULTURALISTA
Aspectos como la revolución del transporte y las telecomunicaciones, con la proliferación del Internet, las tarifas de avión más asequibles y las llamadas telefónicas a menor coste permiten a los emigrantes mantener una relación estrecha con sus países y culturas de origen, contrariamente a lo que ocurrió con las olas migratorias de siglos pasados.
El informe sostiene que los emigrantes que quieren seguir involucrados con su país deben poder hacerlo sin que ello signifique poner en riesgo su compromiso con el país de acogida. El desafío de los países receptores está en forjar políticas que integren los objetivos de unidad con el respeto por las diferencias, «lo que incluye el fomento de la tolerancia y la empatía cultural».
INTEGRACIÓN REAL
En la práctica, significa dar cabida a otras religiones, a una indumentaria diferente o a la doble nacionalidad, así como dar un apoyo real a su integración, por ejemplo mediante cursos de idioma o asistencia para la búsqueda de empleo. Sin embargo, admite no tener solución para el dilema del velo en Francia, cuya ley que prohíbe el hijab y otros símbolos religiosos ostentosos en la escuela ha abierto heridas en todo elmundo musulmán.
El informe agrega que, a medida que aumenta la migración, los Gobiernos deben enfrentar la necesidad de satisfacer demandas tanto de los grupos de recién llegados como de aquellos que desean controlar este fenómeno. A menudo, la inmigración genera respuestas «retrógradas» que revisten actitudes extremadamente nacionalistas y xenófobas, con demandas de cerrar las fronteras al exterior para preservar las tradiciones nacionales.