Treinta y siete sudaneses han llegado hoy a la isla italiana de Sicilia a bordo del barco alemán de la organización humanitaria Cap Anamur, tras pasar 22 días bloqueados en aguas internacionales por ser inmigrantes clandestinos. El comandante Stefan Schmidt y el armador del barco, Elias Bierdel, que recogieron a los inmigrantes, han sido arrestados bajo la acusación de favorecer la inmigración clandestina.


Treinta y siete sudaneses han llegado hoy a la isla italiana de Sicilia a bordo del barco alemán de la organización humanitaria Cap Anamur, tras pasar 22 días bloqueados en aguas internacionales por ser inmigrantes clandestinos. El comandante Stefan Schmidt y el armador del barco, Elias Bierdel, que recogieron a los inmigrantes, han sido arrestados bajo la acusación de favorecer la inmigración clandestina.

La llegada a puerto de este grupo de personas, que se declaran prófugos de guerra y el pasado 20 de junio fueron recogidos por el Cap Anamur cuando se encontraban a la deriva en una patera, se produce después de dos semanas de presiones a las autoridades italianas por parte de partidos de izquierda, organizaciones civiles y religiosas y la Alta Comisaría de la ONU para los Refugiados. Hasta el ministro para los italianos en el mundo, Marko Tremaglia, de Alianza Nacional, había pedido en el Parlamento una solución política, ya que la ley de inmigración italiana no contempla actuaciones concretas en casos como éste.

Con su arribo a Porto Empedocle, al sur de Sicilia, se acaba la primera parte de la odisea para este grupo de sudaneses, que ahora debe hacer frente a un segundo problema : el de su destino definitivo. Los inmigrantes pidieron asilo político en Alemania, a través del comandante del barco, Stefan Schmidt, pero el Ministerio del Interior de este país se ha apresurado a señalar que la responsabilidad jurídica le corresponde a Italia. «Para que Alemania atienda una petición de ayuda humanitaria, ésta debe realizarse desde territorio alemán, lo que no es el caso», ha manifestado el portavoz de Interior, Rainer Lingenthal, quien ha subrayado que «un barco alemán no es territorio alemán».

En un centro de acogida

A la espera de que concrete su estatus jurídico, los 37 africanos han sido trasladados al centro de acogida temporal de inmigrantes de Agrigento, tras ser sometidos a un breve control médico a bordo de la nave. Laura Boldrini, de la Alta Comisaría de la ONU para los Refugiados, ha precisado que los que lo deseen podrán presentar la petición de asilo político en Italia, mientras se llevan a cabo los trámites para determinar su procedencia. La autorización para tocar puerto la dio ayer el Ministerio del Interior italiano, después de comprobar que la situación en la que se encontraban los prófugos era particularmente delicada, hasta el punto de que alguno amenazaba con arrojarse al mar, lo que impulsó al comandante a maniobrar para acercarse a tierra.

El capitán del barco y el responsable de a bordo de la organización humanitaria alemana que da nombre a la nave, Elias Bierdel, han sido detenidos y trasladados a comisaria para tomarles declaración. En la investigación abierta de oficio por la Fiscalía de Agrigento se les imputa un delito de favorecimiento de la inmigración clandestina. Las tres semanas que este grupo de sudaneses ha permanecido bloqueado en alta mar se sucedieron en Italia numerosas muestras de solidaridad, de ahí que su llegada a puerto haya sido muy celebrada.

«Salvados. Finalmente acogidos con un poco de humanidad, olvidando las normas frías de un derecho internacional que por su constitución es habitualmente flexible, salvo para los pobres», escribe en su edición vespertina el periódico del Vaticano L’Osservatore Romano. El misionero Cosimo Spadavecchia, que ha pasado las últimas 72 horas junto a los inmigrantes, ha dicho que «tienen la moral por los suelos, no saben que será de ellos y están muy afectados por lo que han vivido en su país y por las tres semanas de navegación».