Antes de la revolución tecnológica del Neolítico las Especies humanas convivían en pequeñas bandas. Todos sus miembros se conocían entre sí y la norma, la ley, la dictaba la opinión pública, no el voto secreto.
En aquellos tiempos la gente conocía la proporción entre los recursos y sus costumbres.
¿Para qué cambiar si todo iba bien ? Salvo accidente, podían vivir tanto como nosotros (hoy en día la media de edad ronda los 45 años) según sus circunstancias y dotación.
En caso de conflicto la prioridad absoluta era la pervivencia de la banda. La igualdad entre los contendientes solo podía romperla, en favor de uno u otro, la opinión pública en función del interés colectivo.
Desde aquella era remota, sin duda la edad de oro de la convivencia humana, las diferencias entre iguales han aumentado sin cesar. Hoy día un gobierno elegido (Bush) con trescientos seis mil votos menos que su oponente (Gore), con una abstención rondando el 50% y fundadas sospechas de tongo, bombardea «en nombre de un mundo mejor» Afganistán, un país en la Edad del Hierro, o Irak, debilitado tras doce años de bloqueo.
Nunca las diferencias entre «iguales» han sido tan tremendas. ¿Será esto cosa del progreso ? ¿Qué es Progreso cuando su vector fundamental es la tecnología de la Muerte ? Pero la tecnología no tiene la culpa. La responsabilidad recae únicamente sobre las personas.
Con los conocimientos actuales, aplicados según un modelo de Justicia Ecológica, se llega fácilmente a la conclusión de que el problema no es la Demografía ni los recursos. La raíz del problema es el desgobierno en la distribución de esos recursos ; en una palabra, la INJUSTICIA.
Si queremos Seguridad tendremos que pensar primero en Justicia Social. No estaría mal, para empezar, prestar más atención e inversiones a las personas y menos a las máquinas.
Carlos Rueda/ presidente
LOS VERDES-SOS NATURALEZA/ARAGÓN
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