Después de su captura, en di-ciembre de 2003, el ex dictador iraquí fue llevado en helicóptero a un portaviones estadundiense en aguas del golfo Pérsico, para so-meterlo a extensos interrogatorios.
ROBERT FISK THE INDEPENDENT.
Bagdad, 6 de abril. Estados Unidos sa-có de Irak en un vuelo secreto a Saddam Hussein, y lo tiene preso bajo estricta seguridad en una vasta base aérea de Qatar.
Después de su captura, en di-ciembre de 2003, el ex dictador iraquí fue llevado en helicóptero a un portaviones estadundiense en aguas del golfo Pérsico, para so-meterlo a extensos interrogatorios.
Luego se transfirió al ex gobernante a Qatar, aunque no se informó de su presencia a la familia real de ese país del golfo.
En medio de la sangrienta y creciente insurgencia tanto de sunitas como de chiítas, que continuó este miércoles en todo el país, los funcionarios estadunidenses se negaron a tocar el tema del lugar donde está confinado Hussein.
Muchos iraquíes creen aún que está en Irak, posiblemente en la gran base estadunidense de Balad, unos cien kilómetros al norte de Bagdad, en el camino a Tikrit, la patria chica de Saddam.
Sin embargo, los ataques cada vez más refinados de los guerrilleros contra los invasores hicieron crecer el temor de que trataran de orquestar una fuga espectacular del ex dictador, por lo que se escogió a Qatar como el lugar más se-guro para mantenerlo detenido en Medio Oriente.
Estatus de prisionero de guerra
Según el derecho internacional y la Convención de Ginebra, es legal que una potencia ocupante lleve a un prisionero de guerra más allá de las fronteras del país del cual es ciudadano, razón por la cual los estadunidenses confirieron de inmediato a Hussein ese estatus, acto que en un principio sorprendió tanto a los políticos de Washington como a los miembros del consejo gobernante de Irak.
Conforme con los términos de la convención, el Comité Internacional de la Cruz Roja visitó a Hussein a principios de este año, pero no fue revelado dónde ocurrió esa entrevista.
Irónicamente, el mundo parece saber menos de Saddam desde que fue capturado por fuerzas especiales de Estados Unidos que cuando todavía estaba prófugo.
Ni siquiera a los altos oficiales de inteligencia de Qatar -que acaban de arrestar a dos agentes rusos por el asesinato de un refugiado checheno en Doha, la capital qatarí- se les informó de la presencia del ex presidente iraquí en el emirato, que alberga la mayor base militar de Estados Unidos en Me-dio Oriente.
Con miles de soldados y cientos de agentes de inteligencia del país norteamericano, Saddam Hussein está tan bien vigilado como lo es-taría en la bahía de Guantánamo.
Sin embargo, para desgracia de sus custodios, los repetidos interrogatorios a los que se le somete han producido hasta ahora pocos datos de interés.
No quiere ayudar al equipo combinado de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y la Agencia Central de Investigaciones, que lo interroga y da respuestas vagas a muchas de las preguntas que le ha-cen, a menudo exponiendo la postura oficial de su derrocado gobierno sobre la guerra Irán-Irak, la invasión de Kuwait y las sanciones de Naciones Unidas.
Varios de los inquisidores de la FBI han llegado a la conclusión de que durante su dictadura Hussein se rodeó de tantos sicofantes que decían sólo lo que el amo quería oír, que en realidad no tenía idea de lo que pasaba en Irak.
Por supuesto, Saddam permanece ignorante también de su futuro inmediato. Si bien en Bagdad se instauró un tribunal de crímenes de guerra a las seis semanas de su captura -el cual consta de 15 jueces, 45 juristas iraquíes y un equipo de asesores estadunidenses-, fuentes judiciales iraquíes señalan que el gobierno se muestra cada vez más renuente a iniciar un procedimiento judicial contra el ex dictador antes de las elecciones de noviembre en Estados Unidos.
Agregan que hay renuencia si-milar respecto de Tariq Aziz, el ex viceprimer ministro de Saddam, a quien se mantiene prisionero en el aeropuerto de Bagdad.
Ambos hombres, según fuentes consultadas, tienen conocimiento íntimo del apoyo constante de Washington al régimen baazista en el decenio de 1980, y sin duda intentarán evadir la responsabilidad por sus crímenes de guerra pronunciando en el tribunal discursos que proporcionarían detalles de la cercana relación entre el antiguo régimen iraquí y el go-bierno de Estados Unidos.
Saddam se reunió en persona con el actual secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, en 1983 -cuando las fuerzas iraquíes usaban gas contra los iraníes en la guerra entre ambos-, y el ahora jefe del Pentágono, quien formaba parte de una misión enviada por el presidente Ronald Reagan para mejorar relaciones con Irak, se entrevistó más tarde con Tariq Aziz.
Rumsfeld declaró el año pasado que en esa reunión, en 1983, ad-virtió a Hussein que no empleara armas químicas, pero periodistas de su país descubrieron con posterioridad documentos oficiales que demostraban que jamás hizo tales comentarios. Luego dijo que la advertencia se la hizo a Tariq Aziz al año siguiente.
De cualquier manera, el gobierno de George W. Bush no está en ánimo de sostener un debate pú-blico sobre ese difícil tema en un tribunal de Bagdad en plena campaña presidencial.
Investigadores estadunidenses han demostrado que algunos ingredientes de las sustancias químicas empleadas por el ejército de Hussein a principios del decenio de 1980, fueron exportadas por compañías del país norteamericano.
El juicio a Saddam se ha vuelto aún más problemático por la probable aparición en Irak del abogado francés Jacques Verges, quien dice que el sobrino de Hussein, Ali Barzan al Tikriti, le ha enviado una invitación formal para defender al ex dictador.
Verges defendió en Francia a Klaus Barbie, oficial de la Gestapo, y encabeza una organización de apoyo a Slobodan Milosevic en los juicios que se le siguen en La Haya. Ya ha accedido a defender a Tariq Aziz en Bagdad.
El único proceso por crímenes de guerra que probablemente se realice en un futuro próximo es el del primo de Saddam, Ali Hassan al Majid, apodado El Químico Alí, por haber gaseado a los kurdos en la localidad de Halabja.
Como es probable que se le acuse de crímenes de guerra contra los chiítas del sur de Irak, tal vez su juicio cuente con el apoyo de dos de las principales comunidades del país, en momentos en que Estados Unidos y cualquier nueva autoridad estarán ansiosos de conjurar la guerra de resistencia que se extiende desde las ciudades sunitas del centro y el norte.
Es probable que los peces chicos lleguen al juzgado mucho antes que su antiguo amo. La aparición de Hussein en la madre de todos los juicios por crímenes de guerra puede estar aún muy lejana.
© The Independent
Traducción : Jorge Anaya