Uganda ha vivido estos días el ataque a su población más devastador de los últimos diez años. La guerrilla integrista cristiana ha matado a más de 220 refugiados, pero ni siquiera tanta violencia ha hecho reaccionar a la comunidad internacional.

Uganda ha vivido estos días el ataque a su población más devastador de los últimos diez años. La guerrilla integrista cristiana ha matado a más de 220 refugiados, pero ni siquiera tanta violencia ha hecho reaccionar a la comunidad internacional.

Todavía no se sabe a ciencia cierta el número de muertos en el campo de desplazados de Barlonyo, pero las cifras superan ya los 220 cadáveres. El pasado sábado, soldados del Ejército de Resistencia del Señor asaltaron este campamento de refugiados, a unos 350 kilómetros al norte de Kampala, e incendiaron y mataron a decenas de niños y mujeres refugiados. Decenas de cuerpos permanecen aún en el lugar a la espera de ser enterrados, mientras miles de desplazados esperan que tanto el Gobierno ugandés como la comunidad internacional se decidan a intervenir y frenar esta ola de violencia.

Naciones Unidas alertaba hace apenas unos días del temible incremento de la violencia en el norte de Uganda y de la necesidad de recaudar 128 millones de dólares para afrontar la crisis humanitaria que asola la región. El llamamiento, sin embargo, no ha obtenido respuesta, a pesar de que la organización internacional denunció de nuevo ayer la situación y calificó el ataque del grupo rebelde a la población civil como “el más devastador” de los últimos diez años.

Mientras, el Gobierno ugandés de Yoweri Museweni ya ha anunciado que los guerrilleros “serán pagados con la misma moneda” y que su respuesta militar no se hará esperar. En medio de tanta confusión, a pesar de todo, se oyen voces como la del misionero español José Carlos Rodríguez, que reclama una rápida actuación internacional para evitar la muerte de miles de personas y acusa a los países más ricos de olvidar a este país africano porque “no tiene petróleo ni intereses estratégicos o comerciales”. La comunidad internacional “está yendo muy despacio” para acabar con la situación ya que en Uganda “no hay petróleo, ni reservas minerales ni intereses estratégicos o comerciales”, puntualizaba ayer el misionero español a Europa Press.

El conflicto en el norte de Uganda cuenta con 18 años de existencia, tiempo durante el cual se han enfrentado el Ejército de Resistencia del Señor y las tropas del Gobierno del país, con una víctima principal : la sociedad civil. El objetivo de tanta violencia no es otro que llegar al poder : el actual Gobierno acccedió a gobernar tras un golpe de Estado y con el apoyo del Frente Patriótico Ruandés, mientras que la guerrilla, encabezada por Joseph Kony, pretende instaurar un régimen basado en los Diez Mandamientos de la Biblia.

A causa de los enfrentamientos, en los últimos meses han muerto miles de personas y más de un millón han tenido que abandonar sus hogares y desplazarse, según datos de varias ONG. Entre las principales víctimas de este conflicto se encuentran los menores de edad, que han perdido a familiares, han tenido que desplazarse lejos de sus seres queridos e incluso se han visto obligados a formar parte de la guerrilla y las Fuerzas Armadas. Según la Escuela de Cultura de Paz, en el último año unos 10.000 niños y niñas han sido secuestrados por el Ejército de Resistencia del Señor. De hecho, explica el misionero José Carlos Rodríguez, es muy posible que buena parte de los atacantes del campo de refugiados de Barlonyo sean niños secuestrados por los rebeldes, ya que la guerrilla está formada “en un 90 por ciento por secuestrados” y “el típico combatiente es una persona raptada a los nueve o diez años de edad, a la que se arranca de su familia, se le brutaliza, se le lava el cerebro y s ! e le hace cometer barbaridades contra su propia familia”.

Más información :

Irin News
http://www.irinnews.org/

All Africa
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S.T. / CANAL SOLIDARIO CATALUNYA
http://www.canalsolidario.com