El asesinato de una niña tayika de nueve años, apuñalada por ’cabezas rapadas’, ha despertado de nuevo el fantasma de la xenofobia en Rusia, que adquiere su mayor virulencia tras atentados como el ocurrido en el metro de Moscú.
La noticia de que un grupo de ’cabezas rapadas’ había agredido el lunes por la noche en San Peterburgo a una familia tayika, matado a una niña de nueve años y apaleado a su padre y su primo ha acaparado los titulares de todos los medios informativos.
Yusuf Sultánov, de 35 años, regresaba con los niños de una pista de patinaje cuando en un oscuro callejón, a pocos metros de su casa, fueron atacados por un grupo de ocho o diez adolescentes armados con bates, cadenas y navajas. Jursheda Sultánova, de nueve años, recibió 11 puñaladas y murió desangrada antes de que llegara la ambulancia, a la que llamaron vecinos del edificio donde residía la familia.
Su primo Alabir, de 11 años, quien logró salvar la vida gracias a que tras ser golpeado con un bate se escondió debajo de un coche aparcado, relató que los atacantes esperaron a que la niña dejara de respirar antes de darse a la fuga.
«¡Rusia para los rusos !»
Según el niño, los neonazis gritaban «¡Rusia para los rusos !» durante la agresión, tras la que Yusuf Sultánov y su sobrino fueron hospitalizados con traumas del cráneo, conmoción cerebral y heridas abiertas en la cabeza.
La gobernadora de la ciudad, Valentina Matvienko, convocó una reunión urgente del Ayuntamiento y reclamó «remover cielo y tierra» para encontrar a los «canallas» autores del asesinato.
Matvienko no dudó en comparar la brutal agresión con el atentado terrorista cometido el pasado viernes en el metro de Moscú, que mató al menos a 39 personas e hirió a más de un centenar.
«Al igual que luchamos contra el terrorismo, debemos combatir con decisión cualquier manifestación del nacionalismo, pues sólo nuestro firme rechazo a tales hechos, que no deben quedar impunes, puede detener la propagación de este mal», indicó la gobernadora.
Cada vez más ataques xenófobos
Los ataques racistas de grupos neonazis contra forasteros, sobre todo oriundos de países del Cáucaso y Asia Central, se multiplican en Rusia tras cada uno de los cada vez más frecuentes atentados terroristas en el país, atribuidos por las autoridades a extremistas chechenes.
La inseguridad, la rabia y la desesperación, caldeados por la propaganda «antiterrorista» oficial, se tornan a menudo en ataques contra los «culos negros», como despectivamente se llama en Rusia a los «sureños», y contra los extranjeros en general.
La primera víctima del racismo tras el ataque terrorista al teatro Dubrovka de Moscú, secuestrado por un comando chechén en octubre de 2002, fue un adolescente georgiano apuñalado a pocos metros del Kremlin por un grupo de jóvenes que «celebraban» la muerte de los terroristas en el asalto policial.
«Lo malo es que los forasteros están por todos los lados, hasta en Moscú, a la espera de nuevas ordenes de su cúpula terrorista. Pero los moscovitas no se dejan llevar por el pánico y están listos para nuevos ataques de los foráneos», escribía el diario digital Lenty.ru, en un comentario sintomático.
Más de 20.000 neonazis sólo en Moscú
La cadena NTV mostró imágenes de pintadas en los patios de San Petersburgo que rezaban «Mata a un culo negro y salva a Rusia», y recordó que, según la Policía, sólo en la antigua capital de los zares hay al menos 22.500 jóvenes reunidos en grupos neonazis.
Los casos de agresión contra extranjeros se han multiplicado en Rusia en los últimos tiempos, hasta con amenazas neonazis de muerte -para «celebrar» el cumpleaños de Hitler- a embajadas extranjeras en Moscú, que han protestando en varias ocasiones ante el Kremlin.
Al tiempo, la Policía prefiere en muchos casos calificar estos ataques de «actos violentos» o «gamberrismo» y no de manifestaciones de racismo, como los pogromos que los «cabezas rapadas» protagonizan cada cierto tiempo en los mercados de Moscú y San Petersburgo, donde se dedican al comercio muchos caucasianos y asiáticos.
Terrible ataque en San Petersburgo
Uno de los ataques más cruentos ocurrió en San Petersburgo en otoño de 2002, cuando unos neonazis mataron a patadas, golpes de barras de hierro y puñaladas a un azerbaiyano padre de ocho hijos que vendía sandías, mientras uno de los agresores filmaba el asesinato.
Al día siguiente, los extremistas agredieron a otro comerciante azerbaiyano, a quien marcaron con cuchillos cruces en el cuerpo y en las manos como aviso de que los forasteros «no caben» en la Rusia ortodoxa.
También el último atentado del metro de Moscú ha exacerbado los ánimos xenófobos y hasta el alcalde de la capital, Yuri Luzhkov, prometió limpiar la ciudad de forasteros y de inmigrantes ilegales.
Par : EFE