Los síntomas médicos relacionados con la guerra de 1991 en Irak, reagrupados en general bajo la denominación de «síndrome de la guerra del Golfo», podrían tener que ver con las vacunas administradas a los soldados antes de viajar.
CGT SALUD Según un documento elaborado por un médico militar encargado de examinar el caso de un soldado británico víctima de osteoporosis y depresión después de la primera guerra del Golfo, las vacunas «secretas» administradas a este soldado antes de viajar fueron «muy probablemente las que provocaron el desarrollo» de la enfermedad.
Esta tesis es más plausible por cuanto el soldado afectado, el ex cabo Alex Izett, no llegó a participar en el conflicto una vez vacunado ya que su regimiento, que se encontraba en Alemania, no fue enviado al Golfo.
Con todo, el soldado británico consiguió una pensión de invalidez al 50 por ciento del Servicio de Pensiones de Guerra británico en julio del 2003. Por su parte, el Ministerio de Defensa del Reino Unido no presentó ningún recurso contra la decisión a pesar de que ha negado en todo momento la implicación de las vacunas.
El informe fue elaborado por el teniente coronel Graham Howe, del servicio sanitario de las fuerzas británicas en Alemania, a solicitud del Servicio de Pensiones de Guerra. Una copia del informe, fechado el 22 de septiembre de 2001 y nunca publicado hasta ahora, fue transmitido al diario británico Times por el propio Alex Izett.
El Gobierno británico no admite la existencia de ningún «síndrome de la guerra del Golfo» de 1991. Según las víctimas, este síndrome comprende una serie de trastornos, como dolores musculares, astenia crónica, eczema, depresiones, pérdidas de memoria, insomnio y problemas respiratorios. Entre 4.500 y 5.000 ex combatientes británicos están afectados, según la Asociación de Ex Combatientes de la Guerra del Golfo y sus Familiares (AACGG).