Las regiones kurdas del oeste de Irán, llamadas Rojhelat, están pobladas por entre 8 y 10 millones de personas kurdas que sufren una política discriminatoria y represiva por parte del régimen iraní, que reprime ferozmente toda contestación política y reivindicación identitaria. Para mantener a la población en una situación de precariedad, ha restringido el desarrollo económico de la región, en la que apenas ha instalado ninguna industria, redirigiendo la producción de recursos en interés de las regiones centrales del país. Allí, el desempleo es endémico y la gente joven, que no encuentra oportunidades laborales, tienen que marchar masivamente al exilio en las grandes ciudades iraníes.