El asco que nos ocupa hoy, es el asco a la manipulación. Podríamos afirmar que se trata de una estrategia de las más violentas contra el ser humano, diseñada para esconder objetivos turbios, para tener en calma a la masa, sonriente o furiosa según se diseñe.

Es otra guerra, nada nueva, pero sí cada día más sofisticada. Es una guerra donde el objetivo es despedazar el pensamiento, arrasarlo, convertir nuestros cerebros en objetos cóncavos.

Lo
terrible de todo es que son demasiadas las veces que no nos damos ni
cuenta, vamos un paso por detrás de los manipuladores, a veces es
demasiado tarde cuando agarramos las ideas y las limpiamos de esa
costra que nos dejan.


Lo
terrible de todo es que son demasiadas las veces que no nos damos ni
cuenta, vamos un paso por detrás de los manipuladores, a veces es
demasiado tarde cuando agarramos las ideas y las limpiamos de esa
costra que nos dejan.

A
veces ya están las bombas cayendo sobre una porción de tierra, o
estamos enredados en discusiones triviales mientras nos vacían los
bolsillos, o nos entretenemos viendo imágenes que no existen, a
veces lloramos porque el hambre diezma un país y nos quedamos
limpiando el llanto sin pensar que las causas de esto son criminales,
que hay responsables, a veces, pensamos que todo lo que ocurre, esta
humanidad que cae a pedazos, es algo inevitable, producto de una
endémica mala suerte.

Y
cuesta sacar a la luz la verdad, es un esfuerzo que debemos hacer
permanentemente para conservar esa libertad que sólo nos da el
pensamiento sin cadenas.

Y
a mí, a esta poeta que hoy habla me asquea contemplar cómo en
definitiva, muchos de nosotros fuimos convertidos en marionetas,
inútiles para distinguir lo verdadero de lo falso, incapaces de
hacernos dueños de esa verdad que estorba.

Silvia
Delgado