Hoy, 15 de abril, marca para mí el aniversario de otro aniversario que ocurrió hace 44 años, dos meses antes de titularme de UCLA (Universidad de California, Los Ángeles).  Fue un lunes después de Pascua a mi vuelta de uno de aquellos viajecitos pagados que en aquel entonces “caían”, en este caso a Rochester (Nueva York), la sede de Xerox.

Esa tarde, éramos seis los reunidos en “nuestra” cafetería, dos décadas antes de que Starbucks hiciese acto de presencia en la esfera social norteamericana, y habíamos pasado del evento del día – ultima fecha para declarar impuestos sobre la renta – a los tópicos de interés en política y economía internacional.  En nuestro grupo que superaba la veintena, tomábamos turnos para mantener nuestra mesa ocupada en la cafetería, entre 3 y 7 a la vez.  Todos, estudiantes postgrado en Económicas o Empresariales, y casi todos titulados en los diversos campos de ingeniería, la mitad o más ex

Esa tarde, éramos seis los reunidos en “nuestra” cafetería, dos décadas antes de que Starbucks hiciese acto de presencia en la esfera social norteamericana, y habíamos pasado del evento del día – ultima fecha para declarar impuestos sobre la renta – a los tópicos de interés en política y economía internacional.  En nuestro grupo que superaba la veintena, tomábamos turnos para mantener nuestra mesa ocupada en la cafetería, entre 3 y 7 a la vez.  Todos, estudiantes postgrado en Económicas o Empresariales, y casi todos titulados en los diversos campos de ingeniería, la mitad o más extranjeros.
Esa tarde le toco a Adil hacer de conferenciante, dándonos una lección de historia, con correcciones de vez en cuando de Raffi.  Allí estábamos, cuatro norteamericanos peces en la materia oyendo sobre “otra” guerra que ocurriera durante el periodo 1936-9 que no fuera la Guerra Civil Española.  La “Gran Revuelta Árabe” nos decía Adil fue el alzamiento de los árabes palestinos en el “Mandato Británico de Palestina” que comenzó el 15 de abril 32 años antes contra el dominio colonial británico que había permitido abierta o encubiertamente una inmigración masiva de judíos en Palestina.
Si bien me acuerdo, fue una experiencia interesante escuchar a Adil, un estudiante árabe de Aman (Jordania) dar una “conferencia” bajo el escrutinio de Raffi (Rafael), un estudiante israelita que un año atrás había sido piloto del FAI (Fuerzas Aéreas de Israel) en la guerra de los Seis Días, con doce misiones de combate de lo que estaba orgulloso.  Jordania había perdido Jerusalén-Este y Cisjordania a Israel, pero Adil no culpaba a Raffi de que Israel lanzase un ataque preventivo sobre la coalición árabe.  Es mas, su crítica era hacia sus propios padres.  Adil nació en Palestina durante la revuelta – lo mismo que Raffi – pero sus padres, en lo que el consideraba como un acto egoísta, como el de muchos otros árabes palestinos adinerados, decidieron abandonar la lucha y hacer una nueva vida en Transjordania.  Creo que mi comentario a Adil en esa ocasión fue el que debiera dar gracias por esa decisión de sus padres que probablemente le salvara la vida o permitido estudiar en UCLA en vez de estar en un campamento de refugiados.
Adil nos explico lo que el dominio británico había creado en Palestina durante los tres años que precedieran a la revuelta (1933-6) y que permitió el que la población judía se doblase, o hasta triplicase, para satisfacer las aspiraciones sionistas, y que hizo llegar a que la población judía superase el 25 por ciento de la población total, la mitad nacidos en el extranjero.  Los empobrecidos campesinos arabes se veían forzados a vender sus tierras, y el poder económico-político-administrativo  estaba pasando a manos de los judíos.  La revuelta, nos dijo Adil, era en realidad una lucha contra el despojo de una mayoría, la tierra natal por generaciones de los árabes palestinos… y Gran Bretaña representando el sentimiento de casi todo el Occidente, con la posible excepción de España y Portugal, estaba descaradamente ayudando a crear una patria para los judíos.
Raffi no refutó lo que Adil alegaba, pero si sostuvo e insistió en que derechos históricos y religiosos tomaban precedencia, y que era necesario para los judíos el poder tener una alternativa a su diáspora… y esa alternativa era el establecimiento de Israel.  La Gran Revuelta Árabe fue en verdad la última batalla de los árabes palestinos antes de que la política de la posguerra (1946-8) hiciese de la creación de Israel algo inevitable.  Lo que  todos en la mesa estábamos de acuerdo – quizás con la excepción de Raffi – era el trato brutal por la prensa judía y del Occidente de “bandidos” y “terroristas” a los que eran en realidad nacionalistas árabes palestinos.  Trato que continua hoy día hacia aquellos que no están de acuerdo con nosotros y cometen actos violentos defendiendo su tierra… a quienes llamamos terroristas, algo cuyo significado aparentemente el poder militar puede redefinir en cualquier diccionario.
Más de siete décadas después de la Gran Revuelta Árabe, la suerte de los árabes palestinos no parece haber cambiado.  Y aun así, la mayoría del mundo occidental no aparenta entender su situación apremiante… su dolor e ira por haber sido despojados, y no encontrar justicia en su reclamo.  
© 2012 Ben Tanosborn – www.tanosborn.com


Fuente: Ben Tanosborn