Artículo de opinión de Rafael Fenoy Rico

Comenzamos utilizando el aspecto chocantemente polisémico de la palabra Colonia y manejando con amplia licencia la metáfora con la palabra Perfume.

Comenzamos utilizando el aspecto chocantemente polisémico de la palabra Colonia y manejando con amplia licencia la metáfora con la palabra Perfume. En un reciente reseña de un artículo titulado Gibraltar nunca fue colonizado, de Juan Jiménez Salcedo y Arantza Galiardo López, profesores de la Universidad Pablo de Olavide, realizada por el periodista y escritor Juan José Téllez y publicado en internet (https://www.campodegibraltarsigloxxi.com/gibraltar-nunca-fue-colonizado/), entre otras consideraciones se dice lo siguiente: “No hay postura más colonial que la de pretender decidir el destino de una población sin contar con su voluntad. Parece que, al fin, en una mayor sintonía con el siglo, la diplomacia española está en condiciones de empezar a asumir que Gibraltar, antes que nadie, se pertenece a sí mismo»

La reseña de la magistral pluma de Juan José invita a la reflexión mediante el discurrir de propuestas y afirmaciones entrecomilladas. Porque cada texto se inserta en su “contexto” y quizás el contencioso gibraltareño, haya estado histórica y actualmente lleno de connotaciones (“contextualizaciones”) que justifican sobradamente la polémica. Y no es cuestión de afirmar o defender a capa y espada una de las multiples formas de entender el presente y sobre todo el futuro de la Roca y de sus habitantes, sino plasmar varios enfoques y advertir algunos desenfoques.

Que la Roca es una parte del territorio peninsular es una evidencia geográfica. Que históricamente ha pertenecido siempre a la corona española es otro hecho innegable, por la forma como se “cede” la soberanía, que no la propiedad, por la española en 1713 a la corona inglesa. No querer asumir estas dos premisas desenfoca todo lo que se proponga hacer o deshacer en el futuro inmediato de la Roca. Porque estamos hablando de la Roca. En Utrecht no se habla de los habitantes de Gibraltar en ninguna parte. Pero hay que considerar que antes de que se cediera la soberanía, la Roca estaba habitada por gentes españolas. Y sería bueno saber por qué la tuvieron que abandonar.

De personas se trata y es el tema principal. Tanto de los actuales habitantes Yanitos y Yanitas como, según el artículo, las personas minoritariamente británicas. Pero también hay que contemplar a aquellas personas gibraltareñas de antaño y cuya heredad se encuentra diseminada por todo el llamado “Campo de Gibraltar”. Mirar a las personas es la clave para resolver el asunto. Centrarse en las personas en lo esencial. El título, de este texto, posiblemente sin conseguirlo, utiliza “Colonia”, aspecto territorial, versus “Perfume” vertiente personal, humana del asunto y por supuesto esta palabra “perfume”, de mayor valor comparada con la otra “colonia”, en el campo semántico de los olores. Sin el perfume de las personas que habitaron y habitan la Roca, es evidente que esta es la Roca es una mera colonia.

Se desenfoca un tanto, aunque puede intuirse que se quiere decir, cuando se manifiesta lo siguiente: “la diplomacia española está en condiciones de empezar a asumir que Gibraltar, antes que nadie, se pertenece a sí mismo”. Asumir que la Roca pertenece a sí misma es una obviedad, siempre que se asuma que la Roca pertenece a sus habitantes, a todos los que la habitaron y quienes en un futuro la habitaran. La variable “Campo de Gibraltar”, no sólo por el territorio, sino sobre todo por sus habitantes debe formar parte de la ecuación que al final resuelva este contencioso. Centrarse exclusivamente en la Roca provoca el desenfoque que conduce al histórico callejón aparentemente sin salida. Porque quienes viven en un contexto determinado piensan de una manera y cuando ese contexto cambia piensan de otra. Lo que hoy una población valora como beneficioso y afianza su voluntad de “independencia”, puede que no ocurra mañana, y en esa Roca, poco hay donde agarrarse si las actividades financieras y mercantiles que fundamentan su bienestar se evaporan por una caprichosa o no decisión de una metrópoli cualquiera. No en vano Marx formuló aquello de que “la infraestructura material condiciona la superestructura ideológica”. En Román paladín “Cada cual cuenta la feria como le ha ido en ella”. En este asunto de Gibraltar se necesita más Perfume y manos Colonia.

Rafael Fenoy Rico

 


Fuente: Rafael Fenoy Rico