Nuestro bienestar tiene fecha de caducidad.

La realidad deja su piel en las cunetas para convertirse en una bestia donde los parias, la inmensa mayoría de hombres y de mujeres, deambularemos tristemente por las calles buscando pan, salud, techo, trabajo.

Y contemplamos esta mutación vertiginosa sin darnos tiempo a penas a masticar el día a día y sus espantos.

El cinismo deja su rastro de babas por los parlamentos, haciendo muecas de dignidad y compromiso nos cortan los brazos y la lengua, nos apedrean y desnucan, nos mastican lentamente y sin dentera.

Y mientras, los que mandan, agazapados con su montón de mierda por corazones, manejan los hilos para que nos asfixien en nombre de cualquier democracia rematada a golpe de chequera.

Estamos en pelotas, desnudos de salud, de letra, de salario.

Y contemplamos esta mutación vertiginosa sin darnos tiempo a penas a masticar el día a día y sus espantos.

El cinismo deja su rastro de babas por los parlamentos, haciendo muecas de dignidad y compromiso nos cortan los brazos y la lengua, nos apedrean y desnucan, nos mastican lentamente y sin dentera.

Y mientras, los que mandan, agazapados con su montón de mierda por corazones, manejan los hilos para que nos asfixien en nombre de cualquier democracia rematada a golpe de chequera.

Estamos en pelotas, desnudos de salud, de letra, de salario.

Estamos pese a todo, en pie, y no es momento de derrotas.

El futuro puede hacerse sólo si pasamos la cuenta a los que nos llenaron la vida de deudas, miedo y pobreza.

Nosotros decidimos: El luto de la resignación o la esperanza en rebeldía.

El mañana está en peligro y nosotros también si ahora no elegimos.

Silvia Delgado

— www.kalvellido.net


Fuente: Silvia Delgado & J. Kalvellido