Artículo de opinión de Maura Rodrigo Alcalá, Secretaría de la Mujer de CGT/LKN-Nafarroa

Una mujer más asesinada por el terrorismo machista, y ya van 4 en este año que acaba de echar a andar. Esta vez la víctima nos toca más cerca, por lo menos geográficamente, pero el dolor y la impotencia es la misma.

Es inevitable que sintamos rechazo, rabia e incluso odio hacia el asesino confeso; nunca me creí eso de poner la otra mejilla. No obstante, es necesario ir un poco más allá y no quedarnos en lo inmediato.

Una mujer más asesinada por el terrorismo machista, y ya van 4 en este año que acaba de echar a andar. Esta vez la víctima nos toca más cerca, por lo menos geográficamente, pero el dolor y la impotencia es la misma.

Es inevitable que sintamos rechazo, rabia e incluso odio hacia el asesino confeso; nunca me creí eso de poner la otra mejilla. No obstante, es necesario ir un poco más allá y no quedarnos en lo inmediato.

Blanca ha sido asesinada por ser mujer en una sociedad machista y patriarcal, en la que la autonomía, el espacio, el derecho a ser nosotras mismas es algo que no nos viene dado, que tenemos que aprender y ganar poco a poco, día a día. Ir ganando el terreno que es nuestro; este proceso de empoderamiento para algunos supone una amenaza y deciden dejar claro quién manda aquí.

Me indignan profundamente las concentraciones de algunos políticos, que con la boca dicen estar en contra de la violencia machista, y sin embargo recortan recursos para erradicar esta lacra. Si estos cuatro asesinatos en lugar de ser de mujeres hubieran sido de políticos, o de jueces o magistrados, 4 ó 105 durante el 2016 (cifra de feminicidios en este año), a nadie se le escapa que se

hubieran desplegado medios policiales, judiciales, de protección, de información y difusión.

¿Por qué esto no pasa cuando la víctima es mujer y se le mata por el hecho de serlo? Porque no lo tratan con la misma gravedad. Porque evidentemente, la percepción de la gravedad de un crimen no es la misma en función de quién sea la víctima.

Francamente, me ha llegado a repugnar el tratamiento mediático que ha tenido el apuñalamiento en manos de su padre de una niña de tres años. En los titulares parecía que la noticia era que la niña era hija de una etarra, condenada por colaboración….Imaginarse una noticia que más o menos diga: Ha sido apuñalado el diputado X, su padre está en paradero desconocido después de hacer un desfalco que ha dejado a varias familias en la calle. Chocante, ¿verdad? totalmente fuera de lugar, ¿a que sí? Seguramente desde varios sectores de la sociedad se harían proclamas, dirían que están manipulando la información, y sería cierto. Pero en el caso que nos ocupa, apenas se han oído voces en este sentido. ¿Por qué se le ha dado este tratamiento? ¿Porque parece que es más grave la condición de presa de la madre, la condición de perteneciente a banda armada, que el hecho de que

haya padres que se venguen de las madres ensañándose con las hijas o hijos?

Me asusta que un Magistrado del Tribunal Supremo diga que la violencia por cuestión de género no existe. Que la violencia se da por la maldad innata de las personas, pero que el hombre tiene más fuerza, por eso hay asesinatos de mujeres. Defiende la igualdad de penas, en detrimento del agravante de violencia de género.

La publicidad sigue tratando a la mujer como un bello animal, embutida en trajes imposibles, alzada con tacones totalmente antinaturales que le hacen andar como un torpe y frágil polluelo, con pequeños pasitos. ¿Cuantas presentadoras de televisión vemos con arrugas, entradas en carnes y peinando canas? ¿Por qué uno de los mejores calificativos que se le pueden dar a un hombre es inteligente, mientras que las mujeres nos deberíamos sentir alagadas si nos llaman guapas?

Estas cosas no son más que una pequeña muestra de la manera que tenemos de abordar la cuestión de género. Porque si por un lado se nos invade con anuncios en contra de la violencia, pero no se afina y denuncia la discriminación en lo cotidiano, estamos condenadas a seguir reproduciendo los mismos esquemas.

El papel del Estado debería ser destinar recursos a protección, educación, formación, acompañamiento… Y el papel de los medios de comunicación tratar la información con la seriedad que se merece, dejando de lado el sensacionalismo y ahondando en las causas que hacen posible que se dé esta realidad.

Maura Rodrigo Alcalá

Secretaría de la Mujer de CGT/LKN-Nafarroa

 

 


Fuente: Maura Rodrigo Alcalá