(Cádiz, 1842-1907) Anarquista español. Era miembro de una de las familias más acomodadas de Cádiz, que lo envió a estudiar a Inglaterra cuando cumplió quince años de edad. Durante su estancia en el extranjero entró en contacto con el socialismo utópico, ideología con la que se sintió plenamente identificado. A su regreso a Cádiz en 1862 se unió al grupo gaditano de socialistas utópicos.

Salvochea comenzó a ser conocido en los ambientes políticos nacionales cuando en 1866 participó en los sucesos del cuartel de San Gil. Sus ideas le llevaron a participar junto a sus colegas en la Revolución de septiembre de 1868, que había sido promovida por los republicanos federales. Fue elegido miembro de la Junta Provincial del Gobierno Provisional promovido por los rebeldes. Por su participación en estos acontecimientos fue condenado a prisión ; estuvo preso durante dos meses.

Salvochea comenzó a ser conocido en los ambientes políticos nacionales cuando en 1866 participó en los sucesos del cuartel de San Gil. Sus ideas le llevaron a participar junto a sus colegas en la Revolución de septiembre de 1868, que había sido promovida por los republicanos federales. Fue elegido miembro de la Junta Provincial del Gobierno Provisional promovido por los rebeldes. Por su participación en estos acontecimientos fue condenado a prisión ; estuvo preso durante dos meses.

Tras su liberación se unió en 1869 a la insurrección fracasada de los federales radicales, y luego participó en las guerrillas de la serranía de Cádiz ; tuvo que huir del país y establecerse en París. Una amnistía le permitió regresar a España en 1871, año en que fue elegido diputado para las Cortes Constituyentes y, también, designado alcalde de Cádiz, cargo que conservó hasta 1873.

En octubre de 1871 se afilió a la I Internacional. Se unió al movimiento cantonalista que tuvo lugar en España en el verano de 1873. Fue elegido presidente del comité administrativo del cantón de Cádiz, cargo que ejerció durante los meses de julio y agosto. Tras el fracaso del movimiento cantonalista fue detenido y condenado a cadena perpetua. Fue encarcelado en el presidio del Peñón de la Gomera. A pesar de que le fue ofrecido el indulto, Salvochea se negó a aceptar cualquier medida de gracia. Logró huir del presidio en 1883, y se refugió en el extranjero.

[Biografía completa por Rudolf Rocker]

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AL PRIMERO DE MAYO

Como el paro general
se declare para mayo,
de fijo le da un desmayo
en el acto, al capital.

Proponen los socialistas,
y a la verdad con razón,
que del obrero la unión
se enseñe al capitalista;
quien, algo falto de vista,
no ve en el nuevo ideal
lo que es justo y natural;
y no hay nada que a tal hombre
le preocupe, y aun le asombre,
como el paro general.

Debe el anarquista, pues,
cooperar a tal empresa
con constancia y con firmeza,
gran valor e intrepidez;
que siempre la timidez
se encontró en el ruin lacayo;
y si ha de venir el rayo
que purifique la tierra,
hace falta que la guerra
se declare para mayo.

Muéstrese al rico altanero
de una manera elocuente,
enérgica y contundente,
que hay algo más que el dinero;
que sin él, puede el obrero
hacer de su capa un sayo;
y aunque mire de soslayo
al que le infiere el ultraje,
como lo haga con coraje,
de fijo le da un desmayo.

Ya el término se divisa
de la infame explotación,
y se oye la maldición
del que se ve sin camisa;
contenga el burgués la risa,
que la cosa es muy formal;
nuestra fuerza es colosal
y matar puede a querer,
y envuelto en el lodo ver
en el acto, al capital.

Fermín Salvochea (El Trabajo, Cádiz, abril de 1900)

EL POBRE Y EL RICO

Un pasajero que de orgullo henchido
navegaba en primera,
con desprecio miraba al desvalido
viajero de tercera.

«Al que hable de igualdad -decía el primero-
considero insensato.
¿Cómo ha de ser cual yo, quien sin dinero
se encuentra y sin zapatos?»

Y entre tanto en el pecho del segundo
el odio se despierta,
al ver que en contra suya todo el mundo
parece se concierta.

Mas pronto la comedia cruel y fría
tornárase en tragedia
al no surgir brillante un nuevo día
del mismo mal que asedia.

Un choque atroz, terrible y formidable
la catástrofe anuncia
y de la muerte el fallo inapelable
en alta voz denuncia.

Entonces de las clases los extremos
sin mirar diferencia,
con ardor se dirigen a los remos
y se unen sin violencia.

El peligro común de los mortales
la vanidad ahuyenta
y hace se reconozcan como iguales
entrando en la ancha senda.

La vida del error no es más que un día,
aunque parezca larga;
la verdad solamente da alegría
y nunca es una carga.

Fermin Salvochea

Fuentes: http://www.portaloaca.com