los sueños y sus gritos
para sepultarlos deprisa en las tinieblas de la cobardía.
Bajar la voz,
cerrar la casa por dentro, agriar el pan que se mendiga,
oxidar el compromiso con quien maldice esta lenta profecía de respirar a plazos, despacio, de prestado,
es matarse poco a poco
ciego, mudo, esclavo.
Dejarse sobornar por el espanto
y ver al que lucha como un estorbo,
alguien que merece el látigo, el castigo
es morir para los otros.
No dejar que la voz acompañe
tu dolor, nuestra impotencia,
los epitafios ásperos con los que
nos amargan los días
es ceder los hijos
para que hagan con ellos
dóciles cadáveres
que solo trabajan.
Y ya no tienes tiempo para ser neutral.
La quietud de tu silencio
masacra
a quienes apuestan
por un mundo sin canallas.
Silvia Delgado Fuentes
Comentarios
Los comentarios anónimos están moderados, por lo que no se garantiza su publicación, sólo los usuarios registrados podrán comentar sin moderación.
La redacción del Rojo y Negro no se hace responsable de los comentarios vertidos, al tiempo que se reserva la eliminación de los comentarios de carácter sexista, racista, autoritario, o arbitrariamente insultantes hace personas concretas, así como el bloqueo del usuario que de forma reiterada no respete estos límites.
Enviar un comentario nuevo