Las torres de vigilancia de incendios forestales se quedan vacías. Un año más, las personas vigilantes son despedidas. Sin novedad.
Sin novedad se despiden las torres de vigilancia dejando los montes desprotegidos, sin ojos. Las posibilidades de detectar un incendio cuando todavía es un conato se pierden entre el humo y la resignación. Cierran sus puertas hasta el próximo verano.